En Chimeneas de hadas, el autor expone nuestra existencia no solo como un resumen de nuestras experiencias, sino que, además, nos vestimos de la historia de nuestros antepasados. A partir de la tragedia, la novela nos presenta una radiografía familiar, que muestra cómo nuestro presente es la suma de amores, tristeza, alegrías y muerte, y cómo los recuerdos de estos nos acompañan por el resto de nuestros días.

Con la pérdida de Adela, Bernardo debe afrontar el duelo personal y continuar solo el gran viaje de la vida, descubriendo secretos sobre su madre, su esposa, sobre sí mismo y también, una segunda oportunidad.

“Ondulante. Así podría definir mi vida desde que Adela ya no está conmigo. A veces estoy bien, a veces estoy mal. Es como un sube y baja, a veces vertiginoso, a veces estático e inerte. Aún todo me parece irreal. Nuestra casa, nuestro auto, nuestros hijos, todo lo que fuimos construyendo, todo nuestro mundo. El todo reducido a la nada. Nada parece llenar el enorme espacio que ella dejó en mi alma.”